AMPARO FERNANDEZ

MUCHACHA DE FRAGILIDAD DELICADA

Paseaba sin rumbo
hacia un nuevo amanecer.

Sus ojos con lágrimas
intentaban soñar otra vez.

Caminaba pálida en su deseo
de tener un lugar.
Y gritaba para sus adentros
esto no puede ser real.

De la nada surgió una cálida voz
de fuerza y bienestar.
El rayo iluminaba su cara y le dio libertad.

Se despojo de sus ropas
Echándose al mar, nadaba, nadaba
Sin más. Sintiendo poder escapar.
Salió tiritando se seco y vistió.
Con ganas de luchar
pero consigo llevaba
lo que arrebatado
le habían robado
su propia libertad.

Su orgullo por los suelos.
Su vida hecha a trizas.
Por culpa de esa maldad.

Cogió su espada imaginaria
desafiando a la maliciosa
despreciable que le había llevado a no poder huir
sintiéndose maniatada
siendo los hilos cortantes que le oprimen
sin dejarle su espacio
de aquí para allá.
Gritando quiero respeto.
Quiero elegir mi propia voluntad.
Yo no soy títere.
Soy una persona.
Luchare hasta el final.
Y sin más dilaciones
pudo escapar.
Su lucha valió la pena
ella vuelve a soñar.

2 comentarios:

Vicent Llémena i Jambet dijo...

A veces no es el enfrentamiento contra el discurso del amo lo que cuenta sino huir de él, y colocarnos en otro lugar, nosotros en ese discurso del amo, un par de ejemplos es cuando alguien deja un trabajo por no aguantar al jefe, y otro una mujer o un hombre que se separan de sus madres o padres para estar ellos en su casa y en el discurso del amo. La vida a veces es muy "marxista", más de lo que nos podría parecer si tenemos dinero.

Un abrazo

Vicent.

Eduardo dijo...

Un poema muy intenso. Hay que recordar que uno es dueño de sí mismo, de su propia voluntad y de su cuerpo. Nadie tiene poder sobre nosotros a no ser que se lo otorguemos equivocadamente. Uno es amo de sí mismo, desde esta posición no cabe otro discurso, nadie puede decidir (que no influir) sobre tu voluntad más que tú misma, no se puede huir de uno mismo, vallas a donde vayas nadie te empuja a ello más que tú misma. Tu vida la controlas tú al igual que tus actos, se elijan bien o mal siempre será tu elección y no la del otro. Ese respeto y voluntad lo tienes en ti misma, no depende de los demás, aunque te juzguen los otros no pueden darte tu significante solo te lo puedes dar tu a ti misma. No dejes que nadie te confunda cuando el otro no se conoce a sí mismo o no quiere reconocerse y te confunde, nadie tiene poder sobre ti. Aunque para darnos significado necesitamos también a los demás, porque somos significante en relación a otro significante, en última instancia tu voluntad es tuya y tus elecciones son tuyas. Con tu familia, en el trabajo o con los amigos. Tu eres tu aunque entres en conflicto con los otros significantes de los cuales siempre se depende solo tú puedes conocerte bien a ti misma. Esos otros significantes son de nuestra elección, aunque a veces nos equivocamos. Cuesta ver a veces la equivocación puesto que ese otro en última instancia no existe del todo más que en aquello en lo que creemos reconocernos y necesitamos relacionar. Se puede tardar en estar seguro de lo que el otro representa y puede que nos sintamos defraudados. Si llegamos a esta certeza lo mejor es apartarse. No es que estemos tratando al otro como objeto sin importancia, es que el otro también es dueño de sus actos y de sus equivocaciones y de esto no te tienes tú porque responsabilizarte a no ser que sean cosas perdonables, pero a veces no lo son, y se tome el otro como se tome las cosas es asunto suyo. No somos siervos de nadie… Un beso