Futura exposicion Colectivo Locuarte
El colectivo Locuarte propone realizar una exposición con distintos trabajos de personas afectadas con diagnostico de enfermedad mental. Todos los interesados pueden ponerse en contacto con Sergio en su pagina para colaborar en este proyecto. http://locurart.blogspot.com.es/ .
Amparo y Eduardo
Amparo y Eduardo
Arteterapia en el tratamiento de personas con trastornos mentales severos- julio 2012
Arteterapia en el tratamiento de personas con trastornos mentales severos: reflexiones, evidencias y retos
Autora:
Pamela Reyes, psicóloga y Máster en arteterapia por la Universidad de Barcelona. Estudios de postgrado en Historia y teoría del arte, psicodrama y creatividad. Desempeña labores como asesora, psicóloga clínico-comunitaria y arteterapeuta en diversos servicios de salud y atención en salud mental del área pública. Es coordinadora académica del Postgrado de especialización en arteterapia de la Universidad de Chile. También es docente de las universidades Academia de Humanismo Cristiano y Andrés Bello. Vive y trabaja en Santiago de Chile.
Correo: artepamela@yahoo.com
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Resumen:
Este trabajo actualiza y reflexiona sobre las principales aportaciones del arteterapia en la intervención terapéutica de personas con trastornos mentales severos. Comentaremos el estado actual de la investigación en este área y presentaremos algunas evidencias cualitativas encontradas por la autora en la práctica clínica habitual.
Palabras clave: arteterapia, salud mental y trastornos mentales severos.
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Sumario:
Dada la gran relevancia sanitaria que los diversos trastornos mentales representan para nuestro país, resulta un desafío el desarrollo y la implementación de nuevas alternativas terapéuticas, acordes con la actual mirada integral y biopsicosocial con la que se aborda a nivel terapéutico a las personas con patologías psiquiátricas. Este trabajo presenta la síntesis de una revisión bibliográfica, tanto nacional como internacional, sobre los diferentes trabajos de investigación que contribuyen a sustentar la práctica del arteterapia en el campo de los trastornos mentales. Evalúa desde la mirada cualitativa del estudio de casos algunas de estas contribuciones y reflexiona sobre los desafíos del arteterapia para su especialización en estas patologías.
Los problemas de salud mental constituyen uno de los principales objetivos sanitarios para la década de 2002-2010 en nuestro país. Es importante resaltar que la estrategia sanitaria implementada en los últimos años a nivel nacional contempla el tratamiento y rehabilitación psicosocial a nivel primario de salud realizando un énfasis en la base comunitaria.
Saraceno (2003) analiza los cambios en los diversos modelos de rehabilitación psicosocial implementados en el mundo y concluye que el cambio en dichos modelos implicaría un aumento de la capacidad de decisión del individuo, del derecho a escoger su futuro ambiente de vida y del derecho a obtener ayuda y de poder vivir en su ambiente. Es importante tener en cuenta la valoración de la influencia de las expectativas y de las motivaciones en el proceso, tanto las de los profesionales como las de la familia y el paciente. Por otro lado, sostiene que el desarrollo de la psicosis se relaciona con la esfera social, por lo que supone ésta como escenario único y posible para el trabajo rehabilitativo y clínico. Así pues, el cambio se vincularía más a la modificación del comportamiento a nivel social que a los cambios centrados en un solo paciente. De este modo, debate la idea basada en la revisión de estudios epidemiológicos de los últimos 20 años de un curso crónico de la enfermedad. Saraceno, en la línea de los enfoques sociocomunitarios, sostiene que el que las psicosis se vuelvan crónicas no es intrínseco de la enfermedad, en el sentido de una evolución natural de la enfermedad, sino que se debe a una constelación de variables que pueden ser modificadas y orientadas mediante tratamiento.
La terapia artística inició su desarrollo en los talleres artísticos. Desde una perspectiva histórica podemos reconocer que en los años 50 y comienzos de los 60 un conjunto de factores sociales y culturales se reunieron, abriendo un camino al desarrollo de actividades artísticas en los hospitales psiquiátricos.
En el arteterapia se pasa a dar importancia a la expresión personal, dejando atrás los cánones clásicos de dar relevancia a una forma y una técnica correctas. Las miradas subjetivas respecto a la expresión visual alcanzan también a otros campos profesionales como la educación y la salud.
En la salud mental, vemos cómo el arte se reúne con la salud, ya que cumple los mismos objetivos de bienestar y desarrollo. El arteterapia como disciplina presenta un inherente carácter interdisciplinario que reúne el arte y la salud, permitiendo a las personas disfrutar de autonomía, libertad e inclusión social (Wood, 1997).
Reyes (2003) y (2004) realiza una revisión de enfoques y aplicaciones del arteterapia grupal en los trastornos mentales severos (TMS). Basándose en observaciones clínicas de terapeutas artísticos con grupos con personas con trastornos mentales severos publicadas en revistas especializadas y a partir de la sistematización de sus propias observaciones clínicas sobre un trabajo grupal realizado durante un año y medio, Reyes sintetiza los siguientes factores terapéuticos de arteterapia grupal en esta población específica:
Existe al respecto un consenso entre los arteterapeutas sobre la importancia de los fenómenos relacionales, el poder comunicativo y expresivo de las imágenes y su ayuda en la integración de procesos inconscientes a nivel consciente. El objeto artístico-visual sirve de “puente” entre el mundo interno y el externo. También se constituye un vehículo para la socialización y el contacto interpersonal contribuyendo a promover y mantener la salud y el bienestar general de las personas (Waller, 1990).
Por otro lado, sabemos que los elementos comunes que definen a las personas con trastornos mentales severos y, especialmente con esquizofrenia, pueden resumirse en: una mayor vulnerabilidad al estrés, dificultades para afrontar las demandas del ambiente, déficit en sus habilidades y capacidades para manejarse autónomamente, dificultades para interactuar socialmente, pérdida de redes sociales de apoyo que en muchos casos se limitan sólo a su familia y situaciones de aislamiento social, dependencia elevada de otras personas y servicios sanitarios y/o sociales, así como dificultades para acceder y mantenerse en el mundo laboral, lo que supone un obstáculo para su plena integración social y favorece la dependencia económica, la pobreza y la marginación (AEN, 2002).
Gran parte de los estudios revisados por la autora provienen de experiencias en grupos. Dicho interés parte fundamentalmente de la observación de la eficacia de los tratamientos grupales en esta población y, en particular, en la esquizofrenia. Esto ha sido mostrado en diversos estudios tanto en pacientes hospitalizados como ambulatorios, aplicando múltiples modelos (Guimón, 2003). El formato grupal se recomienda especialmente ya que su naturaleza interpersonal permite a los pacientes compartir estrategias de afrontamiento de los síntomas, contrastar la realidad de sus experiencias de forma directa e indirecta, recibir apoyo y apoyar de manera altruista a los demás, mejorar sus habilidades para relacionarse con los otros y disminuir su sentimiento de aislamiento mediante fenómenos de generalización. El grupo ofrece experiencias de socialización, modelos de comportamiento y una transferencia más compartida y menos dependiente del terapeuta lo cual probablemente determine mejores resultados que los obtenidos en la psicoterapia individual (Guimón, 2003).
Del mismo modo, los grupos de arteterapia han revelado que debido a su naturaleza práctica (hacer arte) proveen de una estructura que puede ser vivida como menos amenazante que un grupo puramente verbal. Los pacientes están menos expuestos que en un grupo verbal pues interactúan a través de la utilización de los materiales artísticos, los objetos de arte y del proceso creador, siendo útil para personas que se benefician del grupo pero les cuesta enfrentarse o relacionarse con los otros. Estos resultados se basan en estudios observacionales y estudios de casos (Waller, 1993).
En este sentido, la experiencia de países europeos aporta una oferta diversa de servicios sanitarios y sociocomunitarios de apoyo, entre los que las terapias de arte cumplen un rol muy importante (Wood, 1997).
La especialidad de arteterapia, puede definirse como: “Una especialización profesional que recurre tanto a las artes y las imágenes visuales como a los procesos creativos- receptivos con fines terapéuticos, educativos, de prevención, rehabilitación y desarrollo personal” (Marinovic, 2000). En un intento por aunar la diversidad de la práctica del arteterapia en el ámbito clínico, la Asociación de Profesionales de Arteterapia Británica presentó una definición general de arteterapia. En ella se plantea que "el centro del arteterapia es la imagen y el proceso que implica una transacción entre el creador (el paciente), la obra de arte y el terapeuta” (BAAT, 2008 ).
En el área de la investigación de esta nueva práctica profesional, una revisión sistemática reciente de la Cochrane Library (Ruddy & Milnes, 2006), basada en dos ensayos seleccionados de 56 estudios, concluye que el arteterapia mejora el estado mental en los pacientes con TMS, sus relaciones interpersonales y su red social. Sin embargo, los diseños de los estudios son deficientes ya que disminuyen su validez interna y, por tanto, la posibilidad de generalizar su eficacia demostrada. En otro estudio realizado por Odell-Miller y cols. (2006) se evalúa la efectividad de las terapias artísticas (terapia danza-movimiento, musicoterapia, arteterapia) en personas con trastornos mentales severos de larga duración. El estudio concluye que la visión de los usuarios de grupos de terapias de arte muestra una valoración positiva respecto a sus contribuciones en la mejoría de su autoestima y de la posibilidad de expresar sus problemas.
Valencia y cols. (2006) realizaron un estudio que comparó tres modalidades de terapia para la esquizofrenia: terapia psicosocial, musicoterapia y terapias múltiples. Los pacientes de las tres modalidades obtuvieron beneficios terapéuticos de distinta proporción en el funcionamiento psicosocial y en la actividad global, y hubo diferencias en la magnitud de la eficacia de cada intervención, siendo las más efectivas la terapia psicosocial y la musicoterapia. No se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre los tres grupos en cuanto a recaídas y rehospitalizaciones. El grado de abandono de la terapia fue menor tanto en la terapia psicosocial como en la musicoterapia y, de igual forma, estas dos intervenciones presentaron un mayor nivel de adherencia terapéutica en comparación con las terapias múltiples. Este estudio, aunque no es específico del arteterapia, nos permite tener referencias respecto a los beneficios de las terapias artísticas como recurso de apoyo en el tratamiento y rehabilitación de personas con trastornos mentales severos.
Se reconoce de manera generalizada el uso y la implementación de talleres artísticos en los programas de tratamiento y rehabilitación de los pacientes con trastornos mentales. Sin embargo, es posible observar que éstos tienen o han tenido fundamentalmente un objetivo recreacional u ocupacional. Valladares y cols. (2003) reflexionan respecto a la inclusión de las actividades artísticas en un marco contemporáneo de tratamiento y rehabilitación psicosocial de las personas con trastornos mentales severos. A los objetivos de ocupación, entretenimiento y uso del tiempo libre que tuvieron los talleres artísticos se añade el enfoque del arteterapia que enfatiza los objetivos de ampliación de habilidades sociales y autonomía. Las modalidades consideradas anteriormente eran fundamentalmente como terapia ocupacional, educativa y recreativa. En cambio, en las intervenciones basadas en la terapia artística tenemos: espacios de creatividad, actividades manuales y promoción de la interacción interpersonal.
Este cambio es especialmente pertinente en el trabajo en salud mental, ya que supone variar de un enfoque educativo a uno terapéutico y, por supuesto, el poder desarrollar un manejo terapéutico adecuado del proceso grupal y de las necesidades especiales de este tipo de pacientes.
A este respecto, Karkou & Sanderson (2006) realizaron un estudio que incluyó la revisión de un amplio conjunto de terapias artísticas. Concluyeron que las diferencias fundamentales entre la terapia de arte y la enseñanza artística son los objetivos de cada una de ellas. Así pues, los objetivos en la terapia de arte se centran en el desarrollo personal y social, mientras que en la enseñanza de alguna técnica artística se centran puramente en el aspecto educativo y en la adquisición de habilidades técnicas. A este respecto, es importante mencionar que el hecho de que se dé menos importancia a la técnica artística no implica que se preste menor atención a los materiales de arte y a la creatividad de los beneficiarios de arteterapia. Todo lo contrario, la implicación en el proceso creador conlleva un mayor potencial terapéutico en la terapia de arte (Arnheim, 1986). Sin embargo, en arteterapia se consideran como artísticas un rango variado de actividades. El arte y hacer arte es conceptualizado en un amplio sentido, abandonando los juicios estéticos y el interés de hacer algo que tenga que adaptarse al marco artístico académico. Partiendo de esta base, las habilidades técnicas llegan a ser irrelevantes ya que “todos pueden hacer arte”. Se cambia el enfoque de atención del producto artístico al proceso artístico.
Una de las aportaciones más relevantes y específicas de las terapias de arte es que éstas parten del desarrollo artístico en un nivel preverbal. Todas las modalidades de arte involucran a la persona como un todo, incluyendo lo sensoriomotor, lo perceptivo, lo cognitivo, lo emocional, lo social y lo espiritual.
En este sentido, dentro del grupo de arteterapia existen diferentes maneras de autodescrubrimiento: haciendo objetos de arte o a través de la interacción verbal propia de otras modalidades terapéuticas grupales.
Al realizar una revisión de diversos artículos sobre arteterapia observamos que se realiza un menor énfasis en los estudios que analizan y revelan las contribuciones relacionales del arte y, por tanto, su potencial para el desarrollo simbólico y de expresión a través de las imágenes. Sin embargo, sabemos mucho menos de los efectos que las experiencias sensorio-corporales tienen en el sistema nervioso. Quizás porque es naturalmente mucho más difícil explicar los procesos neurofisiológicos subyacentes al proceso arteterapéutico. En cualquier modo, no podemos olvidar que el inicio del proceso del arteterapia se encuentra en el contacto sensorial con el material plástico, en donde a través de la percepción táctil se estimulan un conjunto de experiencias visuales, corporales y emocionales1.
A este respecto, por ejemplo, la paciente E. después de meses de trabajo en arteterapia y reflexionando respecto a su proceso terapéutico señala:
“Me dejo llevar por las líneas, el color y sé que algo va a salir”.
La paciente E. no sólo se refiere a que descubre en ella misma su potencial creativo sino que las líneas del lápiz y el color en sus dimensiones motoras y visuales la conectan con estas experiencias internas.
El paciente J. desarrolla un trabajo espontáneo en donde comienza a desarrollar un lenguaje visual propio que él reconoce durante el taller: “no sé si por efecto de los medicamentos es como que si no pensara en nada, estoy como seco, antes cuando estaba enfermo pensaba demasiado”... “sí que pienso mientras dibujo!” ...“puedo expresar”
Muchos de estos dibujos que le permiten a este paciente observar las huellas de su pensamiento se iniciaron sólo tras una experiencia sensorial-kinésica, y desembocaron en una experiencia de aprendizaje personal. En este sentido, los comentarios de estos pacientes señalan una de las contribuciones esenciales de la terapia de arte: la integración, a través de la acción conjunta del cuerpo y la mente2.
Algunas reflexiones sobre las contribuciones terapéuticas del arteterapia en TMS
En la última parte de este trabajo quisiera centrarme en el análisis de cuatro de las características definidas por Karkou & Sanderson ( 2006), propias del trabajo de las diversas terapias de arte, como son la creatividad, la imaginería, el simbolismo y la metáfora, la comunicación no verbal, la relación triangular y la ayuda terapéutica. Para reflexionar sobre ellas voy a utilizar como contexto el trabajo realizado con personas con trastornos psiquiátricos.
Creatividad:
La creatividad ha sido definida como “la capacidad humana de producir resultados mentales de cualquier clase, nuevos en lo esencial y anteriormente desconocidos para quien los produce. Puede tratarse de obras de la imaginación o de síntesis de pensamientos que no constituyan un mero resumen de estos pensamientos. La creatividad contempla la formación de nuevos sistemas y nuevas combinaciones a partir de datos conocidos, así como la transferencia de relaciones conocidas a nuevas situaciones y la formación de nuevas correlaciones. La actividad creativa debe ser intencionada y apuntar a un objetivo. Es decir, no debe ser inútil, aunque el producto no tiene por qué estar completamente acabado ni listo para su inmediata utilización. Puede adoptar una forma artística, literaria o científica o ser de carácter técnico o metodológico” (Drevdhal, 1968).
Para el psicoanalista argentino Hector Fiorini (2006) la creatividad es inherente al cambio psíquico e indica cómo en el trabajo terapéutico “estamos siempre invitados a crear”, ya que el cambio psíquico y el desarrollo implican la creación de “nuevas tramas de sentido”. Desde este punto de vista, podríamos preguntarnos ¿dónde está entonces la diferencia entre el abordaje terapéutico del arteterapia y otras formas de terapia de apoyo basadas en la comunicación verbal?
Diversos estudios sobre creatividad y psicosis han revelado las diferencias del proceso creativo en este tipo de población. Grube (2002) explica que la variable “tolerancia a la ambigüedad”, es decir, la capacidad de contener la ansiedad que provoca la información discordante, se encuentra disminuida en los pacientes con psicosis y, en general, en las personas con trastornos psiquiátricos. De modo general podríamos decir que la patología mental en sí misma no nos vuelve más creativos naturalmente, si no que más bien observamos que los pacientes psiquiátricos presentan una mayor rigidez cognitiva, expresada mediante la presencia de una baja tolerancia al estrés.
En este sentido, los enfoques de las terapias creativas centradas en la estimulación de experiencias basadas en métodos sinécticos y analógicos no son recomendables para esta población. El trabajo terapéutico con esta población demanda un abordaje distinto. Reyes (2007) describe cómo en el trabajo individual de arteterapia con un joven con esquizofrenia éste valoró significativamente el momento en que pudo reconocer su potencial creativo. El estudio de este caso también muestra que la intervención terapéutica necesitó de una labor de apoyo y soporte constante que permitió el flujo de la experiencia creadora.
Imaginería, simbolismo y metáfora:
Cuando los artistas modernos vieron las obras de los pacientes recluidos en los hospitales psiquiátricos, no pudieron por más que asombrarse de su libertad visual, su creatividad y su personal subjetividad
En el caso de los pacientes con psicosis, la expresión natural de este trastorno es en sí misma metafórica. El psicoanalista austriaco Ernst Kris plantea que “en el lenguaje psicótico: el sueño, las palabras y los objetos son a menudo intercambiables; las asociaciones sonoras reemplazan a las asociaciones de objetos, es decir, el doble significado de las palabras es empleado como el doble significado de las formas en los dibujos”. La ambigüedad suele acompañar la imaginería de lo psicótico. Para Kris estos resultados creativos se asocian con el hecho de que la psique psicótica se encuentra sometida al proceso primario, propio del aparato psíquico del inconsciente.
Los estudios de estética y psicopatología expresiva han reconocido en el trabajo de Kris la descripción de las características del lenguaje visual en la psicosis. Uno de sus estudios más importantes fue la psicobiografía del escultor barroco Franz Xaver Messerschmidt (ver imagen 1).
Esta emergencia de los procesos primarios en la psicosis es justamente la que apoya la necesidad de un trabajo arteterapéutico fundado en la contención emocional. De este modo, el abordaje de las personas vulnerables a la psicosis enfocado hacia el desarrollo de la creatividad necesita de consideraciones técnicas específicas, como es el fortalecimiento de la relación de soporte y apoyo.
Comunicación no verbal:
Cuando el psiquiatra Paul Watzlawick enunció su ya clásico axioma de la teoría de la comunicación respecto a la “imposibilidad de no comunicar”, la afirmación de que todo acto humano siempre comunica algo, nos situó en el centro de la temática de la comunicación no verbal. La terapia de arte suele plantearse como una alternativa no verbal en el trabajo terapéutico. Los recursos no verbales de la terapia artística abarcan diversas dimensiones. Por un lado, podemos reconocer su potencial dialéctico, es decir, a través de la promoción de un intercambio social de un modo indirecto y menos amenazante. Por otro lado, la elaboración de una imagen visual implica un proceso de pensamiento plasmado en una dimensión visual que puede ser vista y/o compartida por otros.
La siguiente descripción de un caso puede explicar estos puntos:
El caso de P.:
P. es una mujer de 36 años que presenta un diagnóstico de esquizofrenia paranoide y posee, además, una baja conciencia de enfermedad. Presenta sintomatología negativa propia del período posterior a la crisis psicótica aguda. Cuando inicia su participación en el grupo de arteterapia está desmotivada, no quiere realizar ninguna actividad laboral y es derivada precisamente para que realice una actividad principalmente social. Ella anteriormente ya había mostrado interés por actividades de tipo manual y creativo.
Durante el proceso grupal P. presenta un grado de asistencia al grupo (84%) por encima del promedio grupal. Durante la mayor parte de su asistencia permanece en silencio y escuchando con atención a sus compañeros. Su mirada se dirige a los que participan. Su actitud no parece la de quien desconecta de su entorno sino más bien la de alguien que escucha y a quien le resulta muy difícil articular palabra, no por una cuestión motora sino por una cuestión de actitud: no puede o no quiere hablar. Su ausencia en la interacción verbal contrasta con su presencia a través de sus imágenes. En P. su imaginario creativo contrasta con su pasividad en la interacción. Sus imágenes no sólo encarnan3 múltiples sentimientos, sino que alcanzan interesantes resultados estéticos. P. verbaliza muy poco respecto a sus propias imágenes y a las de sus compañeros. En este sentido, su capacidad de simbolización se encuentra reducida. El carácter de su expresión plástica, de sus signos, conlleva a que sus imágenes muestren o hagan visible su presencia en el grupo. Aunque ella puede no hablar, su imagen está presente visualmente en el grupo y sirve como estímulo para iniciar un intercambio con ella o a través de sus imágenes comunicar contenidos que ella misma no es capaz de verbalizar ni asociar. Muchas veces el lenguaje llega visualmente y las palabras no permiten explicar las experiencias, ya que uno puede no ser capaz de articularlas verbalmente. Este parece ser el caso de P. en este grupo4.
Es aceptado en muy diversos contextos terapéuticos que la interacción con personas con este trastorno resulta incoherente, incomprensible y angustiante, especialmente para quienes rodean de cerca a estas personas. Un abismo de incomunicación suele rodear a las personas con esquizofrenia. Así pues, en este caso el arte ha cumplido una función comunicacional desde principalmente los aspectos no verbales y que podría ser extensible al abordaje terapéutico de esta población vulnerable.
Relación triangular:
La relación triangular en arteterapia se basa principalmente en los conceptos desarrollados por el psicoanalista inglés Donald Winnicott (2000) de espacio, objetos y fenómenos transicionales. Este área intermedia crea un ámbito de juego en el que el paciente puede experimentar con objetos en una actividad simbólica y aprender que no tienen efectos concretos sobre ellos mismos o el terapeuta.
El objeto intermediario descrito por Winnicott, lugar que ocupa el objeto de arte en la terapia artística, ocupa un espacio en la fantasía y la realidad al mismo tiempo. El término objeto de transición es introducido por Winnicott para describir un área intermedia de la experiencia, antes de que las relaciones de objeto reales y pruebas de realidad estuvieran establecidas. La teoría de este psicoanalista respecto a la creatividad sostiene que desde el apego de un objeto que se ha desarrollado en los procesos de diferenciación y separación del mundo externo en la infancia temprana, se forman las condiciones para la creatividad adulta. Es decir, de esta experiencia de diferenciación temprana, intermediada por un objeto llamado transicional, deriva la capacidad de investir objetos culturales de todo tipo y la habilidad de hacer vínculos creativos entre mundos internos y externos.
En este sentido se puede conceptualizar el arteterapia desde la óptica de zona intermedia, en donde el espacio-taller, los materiales de arte y los objetos de arte (imágenes bi o tridimensionales) cumplirían la función de objetos transicionales y el terapeuta el de la relación vincular. Relación intermediaria que desde la mirada del desarrollo psicológico permitió el estado de integración propio de una función yoica fuerte y sana. La psicosis se refiere a un estado mental de no integración, es decir, un estado en donde los límites entre experiencia interna y externa se encuentran difusos. De aquí los episodios de crisis en donde el ego se debilita produciendo experiencias delirantes y pérdidas de juicio de la realidad.
El trabajo de la arte terapeuta británica Greenwood (1997) es pionero en este sentido describiendo la función de los objetos de arte, la relación terapéutica y el espacio de terapia para el fortalecimiento de los recursos yoicos de pacientes con psicosis.
En arteterapia el objeto artístico permite canalizar las ansiedades de los pacientes graves. En la terapia observamos cómo la naturaleza real e imaginaria de los productos artísticos permite a los pacientes canalizar experiencias muy intensas.
El siguiente caso ilustra estas ideas: “ durante la fase final de la sesión las participantes comparten sus ideas y experiencias a partir de sus trabajos visuales. En el grupo, el trabajo de J. sorprende por su realismo y su “buen hacer” (ver imagen 2). J., al recibir la crítica positiva de sus compañeras, tacha impulsivamente su trabajo visual”.
En este caso específico la imagen contiene la autoagresión que en otros momentos J. vierte contra su propio cuerpo. J. se autoagrede con cortes en sus brazos, generalmente en momentos de angustia. La expresión del carácter autodestructivo de la profunda depresión psicótica de J. encuentra una mediación a través del gesto con la imagen, la obra y su observación. La obra y el acting out sobre su imagen favorecen el distanciamiento, lo que supone un primer paso para compartir experiencias y favorecer la mentalización.
Conclusiones y retos
En el desarrollo de este trabajo se ha revisado la evidencia que existe tanto en la literatura científica como en la experiencia clínica del trabajo con pacientes psiquiátricos.
La evidencia científica muestra sus beneficios sobre la autoestima (Charlton, 1987; Dick & Mayo, 2001; Odell- Miller y cols., 2006), la interacción social (Charlton, 1987; Dick, 2001; Ruddy & Milnes, 2006), el estado mental (Charlton, 1987; Dick, 2001; Ruddy & Milnes, 2006; Seth- Smith, 1997) y la orientación a la realidad (Dick, 2001; Schaverien, 1997).
La experiencia clínica demuestra que el enfoque terapéutico adecuado para esta población vulnerable no es a través de la estimulación directa de la creatividad mediante métodos analógicos, enfoque tradicional en los talleres creativos basados en la sinéctica y la improvisación. El trabajo terapéutico con esta población se caracteriza por el desarrollo de una relación contenedora, en donde la expresión visual está permanentemente presente y en donde el paciente se va involucrando paulatinamente con sus obras visuales, desplegando sus sentidos a través del material y creando metáforas y relaciones significativas. Muchas veces las obras quedan allí, inexploradas, pero siempre pueden ser consideradas las huellas de un intercambio de un esfuerzo comunicativo y por tanto de un esfuerzo vinculante.
El gran reto de la terapia artística en el campo de los trastornos mentales severos es el de especializarse a través de la investigación e introducirse en el campo de la salud mental.
El tratamiento y la rehabilitación psicosocial de los pacientes con enfermedades mentales necesita nutrirse de experiencias integrales. Las artes como manifestación humana han acompañado al hombre desde el inicio de los tiempos, por tanto, hoy reclaman su lugar en el cuidado y apoyo social de los diversos grupos de personas vulnerables a la psicosis y a otras patologías psiquiátricas.
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