
“El síntoma es la urgencia del deseo debido al desconocimiento del goce.”
Me cuestiono esta frase que ha dejado Vicent en su comentario en una necesidad de intentar profundizar en ella y de aproximarme un poco más a la comprensión del goce, aquello que Lacan distingue como una tentativa permanente de sobrepasar los límites del placer. Cuando pienso en una imagen que sobrepasa los límites del placer aparece en mi cabeza la imagen del Éxtasis de Santa Teresa... como si en esa escultura de Bernini se escondiese alguna clave que me haga comprensible el proceso en el que se instala el Goce en nosotros. Creo que tiene que ser necesario un primer deseo que nos ponga en movimiento para esa disposición a traspasar el placer mismo… un sometimiento voluntario, una voluntad que una vez aceptada, asumida o acatada nos introduzca en tal acción de sobrepasar el deseo mismo y situarnos o mejor encontrarnos incomprensiblemente en el más allá de placer. Evidentemente debe de tratarse de un deseo que en su complejidad ha de estar sujeto a esa posibilidad de trascendencia, no es cualquier deseo, tiene que ser un deseo portador de conflicto o de dificultad…. Amar… necesidad de Ser… Querer tener Existencia para el otro… son Deseos complejos que si encerrarían esta idea de dificultad y a los que nos sometemos voluntaria o involuntariamente, como un acto asumido o como una demanda que nos viene de fuera (ya que trascendemos) y a la que nos sometemos. Es un deseo que queremos consumar y que nos resulta placentero (sea cual sea la forma del placer) además de querible puesto que nos disponemos a consumarlo... pero ¿qué nos lleva a trascender ese deseo, ese placer y a perdemos en ese ir más allá de él y de nosotros mismos?… porque está claro que en su consumación ( o no consumacion ) quedamos descolocados, desubicados en ese más allá... perdidos como también perdemos el origen del deseo que nos coloca allí donde su rastro se olvida. Esta pérdida nos impulsa a una búsqueda de lo que perdemos y lo que antes fue placer ahora es una búsqueda dolorosa, mas allá de ese placer originario… de ese deseo originario que ahora ya no es identificable (es sintoma) y que permanece sin embargo convertido en un Goce. Algo que se instala en nuestro real o que lo usurpa trasladándonos a un estado doloroso que se convierte en síntoma… Un deseo urgente de comprender aquello que se vuelve incomprensible pero que una vez creímos que lo fue. Y es que quizás nunca fue del todo comprensible el origen de ese deseo qué trascendió pero lo buscamos como algo perdido que necesitamos recuperar. Por lo tanto queremos descifrar lo indescifrable y esto nos provoca, casi nos insulta produciendo dolor y esa necesidad de continuar buscándonos en algo que se siente perdido y que siempre va a faltar. Porque lo que falta nos recuerda un antes de ese deseo originario, que erá un querer Amar, ser o existir que ya no es recuperable, que nos coloca en otro transito en el que perdemos el paso, o el modo en que antes transitabamos por la vida. Hay un modo de estar y de vivir que se pierde con el goce y ya no es recuperable de igual forma... pero se busca como algo que nos falta. Un antes y un despues que nos hacen diferentes tras haber habitado ese otro lugar a donde nos lleva el deseo. Un abandono de nuestro lugar por otro distinto y cuando regresamos a él ya no es el mismo. Hay algo en nuestro lugar, en nuestro yo que se hecha en falta y se busca insistentemente. Y quiza lo buscamos en la repeticion de ese mismo deseo irreconocible que yá es goce, algo que nos duele y se hace sintoma.
Quizás lo que veo en el éxtasis de Santa Teresa, no en la imagen extasiada en lo absoluto ya que nunca la veremos de vuelta a su Yo, es la representación del Goce que no esta representado y que es lo que le aguarda a su regreso y que continua estando oculto en el extasis. Está claro que el éxtasis es algo pasajero… en el que hay tanto revelación como perdida del Yo… pero se vuelve… trasformado pero se vuelve… Hay un despertar a una realidad que te llama y que quizás se reencuentra trascendida, diferente después de ese éxtasis que agudiza ese goce. Pero del goce no hay tal despertar, en algún lugar de nuestro real se queda instalado, aunque quizás ese Goce si es necesario para la aparición del éxtasis. Ya que hay otra cosa que queda vinculada al Goce y es la pulsión de muerte, en Santa Teresa ese “muero porque no muero” como única vía de escape a su goce ilimitado (ya que en ella no hay goce fálico, y ausencia de complejo de castración, ni envidia del pene…) hay un goce ilimitado que trasciende lo anatómico y se sitúa en lo espiritual. Algo diferente a lo masculino donde si esta el simbolo falico, la castración, en esa repetición de la búsqueda de lo perdido que es Goce finalmente, y que produce tal malestar (mal existir) que se presenta como irrumpiendo y invadiendo en ese estar el deseo de muerte como una pulsión, como un impulso que te devuelva una situación anterior donde no se situaba o se recordaba la existencia de ese goce. Donde no se recuerda ninguna existencia. Permanecer en lo inanimado como es ese rostro de Santa Teresa de Bernini. Desde luego el Goce aquí estaria en lo no representado, estaría situado en lo que esta esperando tras ese despertar... De alguna manera se representa lo irrepresentable. Quizas porque este Goce no esta en relacion con el otro, sino con El gran Otro no representable. Lo divino.Visto de esta manera esa figura que parece habitar el limbo... no tendra nunca paz en ese continuo despertar. Porque el deseo que le aguarda (ese angel punzante, puente entre dos mundos) no es un deseo realizable, es un imposible en vida, no hay lugar habitable para ese deseo en vida (puede que ni siquiera se trate de un lugar) es un AMOR que proviene de otra dimension indescifrable y solo alcanzable para ella con la muerte. No hay paz posible sin ella y a la vez un amor que no tiene fin.